Con sólo 45 hectáreas de extensión, esta singular península que es el Peñón de Ifach, en cuyo interior se encuentra uno de los parques naturales más bonitos y originales de la costa mediterránea es, sin lugar a dudas, el símbolo indiscutible de la Marina Alta, y por tanto también de la Costa Blanca alicantina.
Se cree que dicho peñón, en tiempos remotos, fue una pequeña isla. Sus condiciones orográficas nos demuestran que las playas y salinas que lo rodean están al mismo nivel del mar, aunque antiguamente se hallara sumergido bajo el mar. Con el paso de los años, al descender su nivel, esta gran roca formó el actual istmo que convirtió en península a la antigua isla de Ifach. En tiempos de los iberos ya se conocía el Peñón de Ifach de Calpe, así como el de Gibraltar, situado al sur de la península Ibérica. La palabra Ifach o “Hifach” quiere decir del Norte o Boreal, en el lenguaje libio-fenicio. Es muy curioso el gran parecido que existe – por sus formaciones – entre ambos Peñones: el de Ifach y el de Gibraltar. Sin embargo este último, es decir, el de los monos, es 100 metros más alto, bastante más largo y ancho, y además se encuentra muy poblado, lo cual permite que el de Calpe sea más bonito e interesante, además de genuino, que el del sur. La teoría más extendida sobre el verdadero origen de este hermoso lugar nos cuenta como Hércules Tebano y sus argonautas, en el siglo XIII a. de C., al contemplar lo que hoy es el Peñón de Ifach, lo compararon con el de Gibraltar, llamado entonces Calpe del Sur, y a la vista de la gran semejanza decidieron bautizarlo con el mismo nombre, es decir Calpe. Además posee una rica y variada flora y fauna en su interior, con un paisaje que es único en esta zona de nuestra costa mediterránea, algo de lo que no existe en ese otro rincón peninsular.
Pese a lo limitado del espacio protegido del Peñón de Ifach, que comprende tan sólo el promontorio, su base y el entorno marino, esta gran mole de granito que agrupa una notable vida animal y vegetal, es todo un espectáculo. La mayoría de su interior conserva una gran riqueza de flora, es decir, de especies vegetales extinguidas, o en regresión. Su fauna, sin embargo, se encuentra representada principalmente por colonias de aves migratorias, errantes y nidificantes, que encuentran aquí uno de los mejores cobijos de esta parte del Mediterráneo. Pero además Ifach se enriquece con el espacio marino que hay en sus cercanías, donde es fácil contemplar, cuando se practica el buceo, a criaturas de cierta envergadura tan diferentes como meros, doradas, morenas, lubinas y otras más pequeñas que se pueden observar nadando por esas aguas.
Han pasado más de veinte años, cuando la Generalitat Valenciana, en una afortunada decisión, adquirió el Peñón de Ifach para convertirlo en una reserva natural, algo que puso fin al proceso de deterioro que amenazaba cada vez más a esta bella roca. Era el colofón de una plaga de construcciones de apiñadas y elevadas torres de apartamentos, la mayoría de los cuales quitaron la vista tan magnífica que se tenía sobre el Mare Nostrum, entre los que se incluye un servidor, que vivía en una pequeña casita ubicada junto a las salinas de Calpe y al abrir las ventanas podía ver el mar en todo su magnitud. Sin embargo, no pudieron con el gran Peñón de Ifach, desde donde es posible contemplar la más extraordinaria panorámica de la Costa Blanca, así como también, y en contadas ocasiones, de la vecina isla de Ibiza.
Y, dejando este pequeño comentario sobre lo que fue, o pudo llegar a ser, el querido Peñón de Ifach, quiero decir que además de un excelente ejemplar de roca pura, en su interior se pueden admirar cerca de 300 especies vegetales, de las que varias son endemismos, así como un número importante de pequeña fauna, mayormente relacionado con el mundo de las aves. Por ello, me atrevería a decir que el Peñón de Ifach es un recurso natural por excelencia, el cual diferencia a la famosa población de Calpe de los otros destinos costeros españoles del Mediterráneo.
Por la magnitud de sus dimensiones, en cuanto a altura se refiere, recordemos que el Peñón sobrepasa los 320 metros de altura, su excepcional belleza y su representatividad, se le conoce como el «Símbolo de la Costa Blanca». Bajo este gran promontorio se encuentran varias playas de arena blanca, como es la de la Fossa y la del Bou, con unas aguas tan calientes y claras que es posible ver sus fondos a pocos metros de la orilla.
Pero la historia del Peñón de Ifach nos recuerda además, por vestigios encontrados en sus alrededores, que antiguamente estuvo habitado por el hombre probablemente antes del siglo V a. C. Esta coincidencia, en tan poco espacio de valores geológicos, biológicos e históricos, se ve realzada por el monumental Peñón de Peñón, uno de los enclaves más notables de la Comunidad Valenciana.
Durante mucho tiempo, el Peñón fue un punto de referencia muy importante para los navegantes que se movían por las aguas del Mediterráneo, así como para las gentes de tierra adentro, quienes vigilaban siempre el mar circundante. En casos extremos constituyó también un refugio inexpugnable frente al ataque de otros pueblos venidos de países vecinos, entre los que se encontraban los temibles piratas del norte de África y de Turquía. En su cima, aún son visibles los restos de una torre vigía, utilizada en una época en la que todavía no existía el túnel de acceso y a la cual se llegaba de la forma más curiosa y atrevida que uno se podía imaginar, como la que relata Cavanilles acerca de una publicación sobre Ifach…
Esta aventura, de aquellos audaces piratas, se podría inscribir dentro de los anales de la escalada al Peñón de Ifach, como precursores, indudablemente con motivaciones muy diferentes a las de los escaladores actuales, que son más de índole deportivo. Es por tanto un punto de destino para los amantes del senderismo y la escalada. La subida a su cumbre, sin hacer alpinismo, se consiguió en el año 1918. La cara sur del Peñón, en cuya base se encuentra un bonito paseo ecológico, se quiebra en grandes precipicios al mar. Actualmente existen más de doce vías de acceso a la cumbre para los más experimentados escaladores, con nombres tales como: “Directa Rusa”, “La Nariz”, “Hierbas Mágicas”, “Valencianos”, etc.
En algunos puntos cercanos a este promontorio rocoso, el color del mar es de un azul turquesa tan pronunciado que podríamos creer que nos encontramos en cualquier otro rincón exótico de la Tierra. Uno de estos bellos lugares es el que se presenta en las calas que existen justamente bajo al Peñón, y que son lugar de cita para muchos submarinistas. Frente a él, están las viejas salinas de Calpe que, aunque hoy han dejado de funcionar, constituyen un paraje ecológico de gran interés paisajístico, albergando en sus escasas aguas y vegetación a un gran número de aves migratorias, entre las que acostumbran a frecuentar familias de flamencos, pelícanos, cigüeñas, patos, y cigüeñuelas, cormoranes, entre otros ejemplares.
Tanto la flora como la fauna marina es digna de mención por la amplia variedad de comunidades que, según la profundidad y las características de la roca, aparecen en los acantilados del Peñón. Líquenes, algas, porífedos y peces diversos van sucediéndose en las dos comunidades marinas de mayor interés ecológico: el coral mediterráneo que se localiza en las grietas de sus paredes submarinas y los algueros que se extienden por los fondos de arena y grava, siendo un claro indicador del buen estado de las aguas que lo rodean.
El parque natural del Peñon de Ifach consta de dos partes fácilmente diferenciables: la superior, de naturaleza caliza, paredes verticales y geológicamente más antigua, y la inferior, de composición margosa, pendientes más suaves y de formación más reciente. La aparente paradoja de que la porción más joven del Peñón se encuentre por debajo de la antigua y no al revés, se debe a que la mole caliza no se originó in situ, sino que llegó hasta aquí como parte de un enorme deslizamiento desde la cercana Sierra de Olta, en una prolongación que súbitamente se eleva sobre el mismo perfil litoral. Su estudio geológico revela además la intervención de dos períodos de la historia de nuestro planeta, responsables del diseño de su majestuosa masa calcárea en la era Terciaria.
También la historia nos recuerda que hasta el año 1862, el Peñón de Ifach perteneció al municipio de Calpe, hasta que éste lo vendió a un particular, pasando así a manos privadas. Más tarde pasó por distintos propietarios, hasta que finalmente lo adquirió la Generalitat Valenciana, poco antes de su declaración como parque natural. Durante este período de más de cien años en que el Peñón fue propiedad privada, se han sucedido actuaciones de diversa índole; a principios del siglo XX se construyeron dos caminos por su vertiente septentrional: uno que da acceso a la base, donde se levantaron dos viviendas, y otro que asciende hasta la cumbre, incluyendo el túnel que permite salvar el paredón de su cara norte.
Siendo el Peñón de Ifach uno de los parques naturales europeos de menor extensión, se puede afirmar que las características bioclimáticas, la naturaleza de sus suelos básicos y, su situación confieren una gran singularidad y variedad a la flora y vegetación de este gran promontorio.
No muy lejos de aquí, hay una serie de valles y verdes colinas, desde donde, en ocasiones, se pueden contemplar las mejores puestas de sol de esta parte del Levante español, siempre con el Peñón de Ifach como telón de fondo, o simplemente como un protagonista más de esta historia.
Texto y fotos: Rafael Calvete