Ayer estuvimos con AAPET en la Casa Azorín, de Monóvar. Fue un coloquio lleno de magia, en un sitio histórico, repleto de libros, relatos, cartas del escritor, novelista, periodista, José Martínez Ruiz (Azorín).
Hace un tiempo se le ocurrió a la actual Directora de la Casa-Museo Azorín, que también lo es de la Casa-Museo Modernista de Novelda, que organizáramos con la asociación un encuentro en Monóvar. Nuestros cálidos anfitriones nos recibieron con los brazos abiertos, y así transcurrieron cerca de dos horas. José Payá, que fue director de la misma casa durante cuarenta años nos desvela y revela datos desconocidos de Azorín. Detalles que nos hacen enriquecernos del legado del insigne escritor, y al mismo tiempo desmintiendo lo que se decía sobre Azorín, cosas como que no amaba Monóvar. De hecho, el escritor dejó todo bien preparado para que su legado volviese a su pueblo natal, algo de lo que se ocupó fervientemente su esposa, o el detalle de que Azorín intercediera ante Juan de la Cierva para construir la carretera que va de Monóvar a Novelda. Una tarde donde la gastronomía monovera ha estado fielmente representada; así, Juan Lorenzo, de Casa Sanchiz, nos explica sus inicios. Monovero de nacimiento y obligado a trasladarse a Granada con su familia a la edad de 13 años, siempre llevaba Monóvar y sus costumbres en su interior, deseando regresar en verano a su querido pueblo. Sus inicios gastronómicos fueron humildes, yendo con la furgoneta por los polígonos para preguntar qué menú de bocadillo querían los obreros, y así se encontraba preparando cada noche más de 700 bocadillos que al día siguiente repartía. Hoy, el Restaurante Casa Sanchiz ofrece típica cocina monovera con el toque personal que le da Juan, donde no faltan los gazpachos, arroces y dulces de la zona.
Paqui Limorti, miembro de la asociación de estudios monoveros ha citado el libro Superrealismo, de Azorín, donde más habla de Monóvar y donde su capítulo “la cocina”, rinde homenaje al municipio. También en ese capítulo habla de los gazpachos y los arroces, haciendo la distinción entre los arroces opulentos, con toda clase de carne y aderezos que consumían los ricos, y los arroces de verduras y patatas de los pobres. “Hoy en día afortunadamente no existe esa distinción” – añadía Paqui.
El Fondillón tuvo su defensor en la persona de Rafael Poveda. Las citas azorinianas, los versos, los magníficos parajes de vides, los rincones de la historia en los que bucea Rafa, nos llegaron al corazón. Siempre es un placer escuchar al bodeguero, al literato, y al recientemente nombrado presidente de la academia de gastronomía de la Comunidad Valenciana.
El concejal de turismo, Lorenzo Amat, que se presentó como “Loren”, nos habló de lo que se está haciendo desde el consistorio para promocionar Monóvar; además de los recursos habituales de que dispone, están dando a conocer el lugar histórico de “El Fondó”, donde hay un refugio de la guerra y desde cuyo aeródromo partió al exilio el gobierno republicano de Juan Negrín junto a la Pasionaria, Rafael Alberti y María Teresa León.
La tarde dio para mucho. Prácticamente todos los presentes intervinieron, tanto los que se sentaron a la mesa como los que estaban escuchando. Agradecimientos a todos los que contribuyeron con sus preguntas, aportaciones e inquietudes y que no he nombrado aún: Rosa López, que por cierto, recibió un hermoso ramo de rosas blancas que le regaló una amiga suya monovera y que le hizo llegar a través de la floristería para disculparse ante la imposibilidad de ir a abrazarla en persona, Marichel López, Santiago Pascual, Elisabeth Norell, Rafael Calvete, Alicia Cerdá, Yolanda Ramos, Ángel L. Marcos Pavón y Merche Beresaluce.
Ayer todos nos sentimos muy monoveros. Yo recordé las palabras de mi madre, que por suerte aún vive y que en numerosas ocasiones me ha dicho que mi padre, Juan Arroyo, Secretario del Ayuntamiento de Monóvar desde aproximadamente 1967 a 1975, fue a Madrid junto al alcalde, Francisco Sanchiz Bonastre, el notario, y sus respectivas esposas, para recoger y hacer el inventario de los enseres de Azorín para poder equipar la Casa-Museo, que se inauguró en 1969, por cierto, año de mi nacimiento.
La hospitalidad que recibimos ayer los miembros de AAPET nos dejó sin palabras. Para culminar la jornada, el concejal trajo una botella de Fondillón de Primitivo Quiles, de solera 1948. También trajo unas copas de cristal ex profeso para el momento. Muchas gracias por el detalle del exquisito vino, y los rollitos. Y gracias Merche por invitarnos a hablar, compartir, escuchar sobre Monóvar, y por el magnífico catering de la Fundación Caja Mediterráneo.
Cristina Arroyo Martínez