Hoy, sábado 4 de marzo, hemos disfrutado del 2º Press Trip del programa «Anfitriones» que impulsa nuestra asociación. El destino elegido ha sido «Altea», y los organizadores han sido Elisabeth Norell y Rafael Calvete.
Nos ha recibido la concejala de turismo, Xelo González, en la plaza de la Iglesia. Allí también nos hemos encontrado con nuestro guía, el historiador alteano Juan Vicente Martí Devesa.
Nos ha enseñado otras facetas de Altea. Ya desde el mirador de los «Cronistas de España», el famoso mirador al mar, nos muestra Juanvi dónde se encontraba el Gran Hotel la Marina, que fue el primer hotel de Altea como tal. Las vistas al Hort de la Campaneta con sus dos cúpulas, que son «las madres» de las famosas cúpulas de la Iglesia de Altea, pues parece ser que se inspiraron en esas dos bonitas cúpulas de la campaneta para su construcción.
Y es que muchos propietarios de casas señoriales de Altea embellecieron sus casas con la llegada del tren, para que fueran más vistosas desde la vía.
Tantas veces subiendo a ver la Iglesia del Consuelo de Altea, y el historiador nos hace reparar en las cabezas de dragón , que son las líneas de teja blanca que discurren por las cúpulas. Fíjense cuando suban.
Además, nos cuenta que una cúpula es del s.XIX mientras que la otra es de estética modernista. La colaboración del pueblo para construir la Iglesia fue crucial. Se solicitaba dinero para tejas, materiales, o incluso con trabajo, cuando los ciudadanos no tenían que ir al campo a ocuparse de las tierras. La fachada de la Iglesia estaba preparada para tener dos campanarios, pero cuando empiezan a levantar la segunda torre, notan que la tierra empieza a moverse, por lo que se paraliza su construcción.
Lo que se pretendía era construir en lo alto una fortaleza, pues ese es el verdadero origen de Altea: un recinto que pudiera dar cobijo a sesenta familias, para que se sintieran seguras y pudieran empezar a repoblar la zona tras quedar abandonada durante más de setenta años. Así, la iglesia forma parte del entramado de protección, y la plaza en sí es donde se encontraba el castillo, derruido aproximadamente en 1880.
Nos enteramos de que fue un alteano, Francesc Martínez y Martínez, el que tradujo por primera vez el Quijote al valenciano.
Curiosidades que nos da la mañana a través de Martí, cuando nos habla del famoso Bernat de Sarrià, que funda en el s.XIII los municipios de la «Vila Festiva, alegre», es decir La Vila Joiosa, Bellaguarda, y Benidorm («Ben i Dorm», ya apuntaba maneras como referente hotelero).
Estamos en la Plaza de la Cruz, desde donde parten diversos caminos: el camino a Alicante, el camino a Alcoy, el de la Nucía, el camino a Callosa y el camino de Calpe. Todo un cruce de caminos, como puede observarse.
Llegamos a la Casa Salvá, y nos hablan del bandolerismo valenciano del s.XVII, y es que los propietarios de la casa, que vinieron con la repoblación mallorquina, pasaron de ser bandoleros a convertirse en el tiempo en consejeros reales. Sorprende bastante, pero esa trayectoria era algo bastante habitual en aquella época.
Nuestra siguiente parada es el Hotel Ábaco. Un hotel «boutique» muy bonito, que consta de dos partes: el hotel origin, de seis habitaciones, cada una con una decoración, y el hotel abierto posteriormente, de ocho habitaciones.
Está todo tratado con exquisito gusto, desde el cálido perfume que se siente al entrar, la decoración rústica, las alfombras, y sobre todo la piedra gris que cubre las paredes, extraída de la cantera de Les Quintanes, una cantera de los alrededores de Altea, ya agotada.
Sara nos muestra dos habitaciones, pues el hotel, afortunadamente está lleno. Nos despedimos de la agradable visita y continuamos nuestro recorrido.
Bellaguarda es una zona muy amplia de Altea, de hecho fue primitiva a Altea.
Nuestra siguiente parada es la plaza del mismo nombre, o de la canterería.
Subimos a la Torre, que formaba parte de la muralla del s.XIII, y observamos los campos y la zona donde se ubica Altea la Vella, cuyo nacimiento se remonta a 2.000 años atrás, y por tanto anterior a la Altea que hoy conocemos.
Y así, atravesando una zona de huertos urbanos llegamos a la acequia del Reg Nou, donde había lugares para recoger el agua en cubos y utilizarla para consumo humano. Es una zona histórica, donde hoy día realizan actividades culturales y de ocio como «cuentacuentos», pero que en un futuro quieren musealizar.
Llega el momento de pasar por el Ayuntamiento, el Paseo Marítimo y la nueva zona del Paseo, que en tan solo cuatro años ha podido ser terminada. Una cifra récord si tenemos en cuenta que el proyecto de realización del frente marítimo se remonta a treinta años atrás. Las playas de Altea son todas de cantos rodados, pero en su zona sur, nos comentan que con el tiempo, es posible que se convierta en una playa de arena natural, como era en su origen. Estaremos expectantes.
Luego hemos podido disfrutar de una excelente comida en el Restaurante la Martina, en el puerto de Campomanes.
Otra forma de conocer Altea. Un lujo para los oídos y los sentidos. Gracias también a nuestros anfitriones, Rafa Calvete y Elisabeth Norell por procurarnos la visita para AAPET.
©Texto: Cristina Arroyo
©Vídeo: Alison Lorente
©Fotos: Mario Ayús y Cristina Arroyo
Maravilloso reportaje de este Viaje a Altea de privilegio: por anfitriones, por fotógrafos, por atractiva iniciativa y gran cronista: mi enhorabuena a todos por lo disfrutado y trasmitido por aquí ….!. Aunque me fue imposible ir, me habéis hecho disfrutarlo…Gracias a todos y mi enhorabuena. Rosa L.M.
Hola:
Me ha encantado el reportaje. Invita a visitar a Altea y disfrutarla en vivo.
Gracias por este paseo.