Hola, amigos lectores.
Entramos ya de lleno en las Fiestas Navideñas. Fiestas entrañables en las que, los que viven lejos, por lo general, suelen llegar a casa por Navidad colmando de alegrías todos los corazones, unos por amor directo, por familia y otros muchos por simpatía. “Sabéis, ha venido fulanito o zutanita a casa de sus padres”.
Lo dicho, son fechas de ALEGRIA DESBORDANTE y también de añoranzas y tristezas escondidas porque no queremos que se nos note la infelicidad, la falta de suerte en la vida o los horrores laborales que nos “obligan” a soportar.
Y es que hoy en día nadie obliga a nadie a soportar ilegalidades o incongruencias laborales. Puedes coger las de Villadiego o sencillamente puedes acudir a Magistratura y poner en conocimiento las circunstancias que pudieran o pudiesen rodear a un puesto laboral o a un trabajador en concreto.
Sí, la vida tiene muchísimas aristas que, a modo de icebergs traicioneros, pueden causar muchos daños…en ocasiones irreparables.
A lo que íbamos, hoy o, mejor dicho, a partir de esta semana se multiplican todos los eventos sociales y particulares concretados en comidas opíparas, cenas carísimas o fiestones en los que el Covid en su variante Omicrón campa a sus anchas. Porque, claro está, no nos vamos a ir de fiestones a mantener distancias y hablar con los demás por el móvil o a llevar mascarillas masbaratillas puestas y hacerles un agujero para pasar las pajitas del cocktail.
Y a todo esto, que no es poco, ni baladí, estamos los agricultores y ganaderos, mejor dicho LOS AGRICULTORES Y AGRICULTORAS Y GANADEROS Y GANADERAS que no sabemos bien por donde nos van a llegar. Porque todos nos habíamos hecho ilusiones, muchas ilusiones.
Nos habíamos ilusionado en que por fin la sociedad había reconocido el valor estratégico de la Agricultura y la Ganadería y entre todos podríamos alcanzar ese umbral necesario que es el de los costes de producción, para que todo el trabajo bien hecho por nuestras familias se vería recompensado justamente.
También nos habíamos ilusionado con que, vista la realidad de lo que importan los países miembros de la Unión Europea a través de sus puertos de referencia hortofrutícolas, producciones cargadas de residuos de elementos químicos que la propia Unión Europea, nos prohíbe a los agricultores comunitarios. Y nosotros estamos de acuerdo totalmente ya que para nosotros, a lo largo de la historia, lo principal era conseguir consumidores y fidelizarlos con NUESTRAS PRODUCCIONES, sanas, saludables, sostenibles, sabrosas y ecológicamente respetuosas.
Pero la realidad es que las centrales de compra buscan en todo el planeta quien les ofrece el producto más económico, siendo, al fin y al cabo, eso de los LMRs, como algo muy lejano para una mayoría de los consumidores.
Y eso es lo que no podemos consentir.
Si a nosotros nos exigen una trazabilidad estricta y muy bien auditada, nosotros exigimos de las autoridades comunitarias que en los tratados con terceros países productores, se les obligue de manera eficaz a cumplir con los mismos….ni más, ni menos,… parámetros de calidad, para que los consumidores, realmente puedan optar en libertad entre una fruta u otra, de procedencia mucho más lejana.
Y es que hay un tema importantísimo, que es el de la Huella de Carbono, que dejan en la atmósfera terrestre los miles de barcos cargados hasta las trancas de contenedores de frutas u hortalizas por todo el mundo.
Oiga, sí, sí, Usted, debiera saber que unas naranjas de Sudamérica o unas bananas tardan dos meses en llegar al puerto de Róterdam.
Las naranjas valencianas o alicantinas llegan a los mercados de toda Europa en dos, tres días y los plátanos Canarios también, y eso es un plus de calidad que los consumidores tienen que valorar.
Nos habíamos ilusionado con que los costes de producción se mantendrían dentro de unos rangos de sostenibilidad que han saltado por los aires con la especulación neoliberal de los elementos estratégicos.
Y nos cuestionamos si realmente unas centrales eléctricas tienen o no derecho a poner en jaque a toda la economía de un país o de un conjunto de países.
Sabíamos que el petróleo se mantendría a nivel geoestratégico como un elemento de presión de los países productores respecto de los consumidores….que consumíamos de manera irreverente, como si no hubiera un mañana.
Poco después, unos años después, los pensantes a nivel global empezaron a señalar al agua potable, al agua dulce, como el elemento que generaría conflictos internacionales y se convertiría, tenerla o no en la base de poder estratégico y así acabamos demonizando a quienes se escondían detrás de los agricultores para exigir agua a los gobiernos para luego sembrar casas y más casas y apartamentos y más apartamentos y muchos campos de golf…qué más da que se rieguen zanahorias a que se riegue el césped de uno o mil greens… qué más da…. se decían esos neoliberales conservadores camuflados y claro, allá que nos cabreábamos y salíamos a las calles con los tractores a por el agua para todos… para todos los campos de golf.
Pero bueno, entenderán ustedes que estas y muchas más reivindicaciones solo hacen que demostrar que nuestro sector agrario y ganadero están muy vivos y que para estas Fiestas Navideñas llevamos a todos los mercados y por tanto a todos los hogares todas nuestras frutas y hortalizas de excelente calidad, pero en estas fechas destacan las Uvas de Mesa Embolsadas del Vinalopó, protegidas y amparadas por el Consejo Regulador y que son las únicas que les van a proporcionar la suerte que todos, en esas doce campanadas buscamos. Decirles que las uvas del Vinalopó, están riquísimas desde julio hasta febrero de cada año, según las diferentes variedades. A mí, me gusta especialmente las Ideal del Valle, unas uvas con sabor a uvas Moscatel, pero con granos gruesos y racimos hermosos.
Desde hace algún tiempo una variedad ha conseguido entrar en el mercado y son las Uvas Doña María, estilo de las tradicionales Rosetti.
En estas fechas las uvas con las que debemos brindar en las doce campanadas son las de la variedad Aledo, una variedad tradicional de nuestras tierras, tardía, lo que permite estar ahora mismo en el mercado con la máxima calidad.
Y sepan ustedes que las doce uvas de la suerte no se basan en ninguna superproducción de la comarca, se basan en la idea que los romanos tenían de calidad y cómo buscaban disponer de frutas en época más tardía del año, o en otros casos más tempranas.
No sobraban uvas, jamás han sobrado uvas, era muchísimo más importante el arraigo de esta tradición, que sin duda, dentro de un tiempo argumentaremos, ahora valga esta pincelada.
Nuestras Granadas Mollares de Elche, son otra opción para brindar en estas próximas campanadas con originalidad y para los agricultores, exactamente la misma suerte. Los hay que brindan con cucharadas de lentejas……..¿no será mucho más dulce, amable y sabroso brindar con doce cucharadas de Granadas Mollares de Elche, desgranadas y acompañadas de un buen Cava Alicantino??, o Valenciano, no se nos vayan a molestar.
No duden en poner sobre su mesa, si de conjurar a la Buena Suerte para que venga y no se nos vaya, se trata una pieza de Romanesco, una magnifica coliflor fractal, algo digno de observar con detenimiento y luego comérsela a cachitos cruda, que está dulce, como la coliflor blanca, o hervida junto con alguna patata “spunta” de nuestros campos de la Vega baja del Segura o del Campo de Elche, que se cultivan más que excelentes.
Bueno, y así hasta el infinito y más allá.
Yo les pido disculpas por la extensión y aprovecho con humildad para felicitarles en estas Fiestas Navideñas en las que celebramos el Nacimiento de Jesús, nuestro amigo, el que nació en Belén, la más humilde de las poblaciones de aquella comarca de Judea, y desearles que pasen ustedes las fiestas de fin de año y de Año Nuevo con sus familias y amigos y disfruten, disfruten muchísimo. Y luego, entrados ya en enero, Feliz fiesta de Reyes Sabios de Oriente, que conocían la astronomía, la historia y la geopolítica y fueron capaces de adorar a un Niño Dios y mostrarle sus respetos… Qué lástima que luego ya se olvidaran, porque a lo largo del Evangelio, se hace referencia a la adoración y ya nada más se supo… ¡pues vaya unos Reyes!, me recuerdan a algún que otro personaje de la historia… Bueno, será casualidad.
Y desearles a todos Ustedes un magnífico año 2022 cargado de amor, riquezas, salud, suerte y trabajo… que no falte el alimento en nuestras familias. Muchísimas Felicidades.
Santiago Pascual
Nota: La foto del artículo pertenece a la web: http://granadaselche.com/