Ser Viajero y no Turista, es una actitud. Casi una filosofía de vida. Si eres una persona “muy viajada”, puedes hacer que una visita tan sencilla como una escapada del Imserso a Alicante, se convierta en una ocasión muy especial, sacándole todo el jugo, tal y como hacemos por ejemplo en salidas al extranjero, muy preparadas de antemano y cargadas de actividades y experiencias.
Este ha sido el caso de mis queridos amigos Maria Eugenia y Manolo. Dos valencianos de pura cepa, curtidos en mil aventuras viajeras que nos acaban de dar una lección de “savoir faire” viajero. Llegaron hace unos días a Alicante casi recién aterrizados de Japón. Por primera vez se habían apuntado a una escapada del Imserso, que incluía: Alojamiento en el estupendo Hotel Port Alicante City&Beach
en régimen de Media Pensión y una visita guiada de la ciudad. Un itinerario simple, que ellos supieron “trufar” con la maestría propia de aquellos que se comen el mundo.
Nada más llegar se dedicaron a conocer el hotel y sus alrededores, pues la zona de la playa de San Juan era terreno inexplorado para ellos y lo “ignoto” atrae como un imán a esta “raza” de personas intrépidas.
Antes de la cena, recibieron la visita de Cristina, su guía, que les informó del plan para el día siguiente: Horario de recogida en el hotel , ruta por varios puntos destacados, así como el Museo arqueológico. El segundo día supieron aprovechar las ventajas que la visita ofrecía: Transporte privado a la ida, guía, visita del Marq, tour por los lugares más destacados del centro de la ciudad como la Casa Carbonell, Plaza del Ayuntamiento, Basílica de Santa María, Concatedral de San Nicolás, etc… Por cierto, lo que más les sorprendió fueron los Pozos de Garrigós (Museo de Aguas de Alicante)
Una vez en el punto final de la visita, el Mercado Central decidieron que ya era hora de comer y su instinto viajero les encaminó hasta la calle Castaños, donde recalaron en el Restaurante La Pepa
donde degustaron un menú mediterráneo con productos de proximidad. Después de una breve sobremesa, atravesaron por la famosa calle de las setas que los llevó directamente a la zona comercial del centro, donde aprovecharon para hacer algunas compras y cuando el sol cedió el protagonismo a las luces de Navidad, se acercaron a la plaza del Ayuntamiento, para admirar iluminado el “Nacimiento más grande del mundo”, que se alzó con el Guinness en 2019. Más tarde, visitaron la Plaza de los Luceros y allí mismo tomaron el tranvía de regreso al hotel.
El tercer día amaneció luminoso como es habitual en Alicante, así que, muy temprano, después de un magnífico desayuno en el Port Alicante, salieron ataviados con ropa cómoda para hacer una ruta senderista hasta el faro del Cabo de las Huertas.
Tras hacer un recorrido cómodo y a su aire, volvieron al hotel. Se cambiaron y juntos fuimos a probar un estupendo arroz del Senyoret en la arrocería Daksa.
Fue una reunión inolvidable donde nos hablaron de sus últimos viajes por Bolonia, Camino de Santiago, Japón…y de los próximos, a Gran Canaria y Canadá. Finalmente, el último día de su estancia en Alicante, aprovecharon para equiparse con un buen calzado de piel, cara a sus siguientes periplos y visitaron los “showroom” de calzado y complementos del Parque Empresarial de Elche.
Quedaron en el tintero muchos tesoros más por descubrir en nuestra provincia, muchos lugares como Orihuela y Elche que les traen gratos recuerdos y a los que desean volver, pero todo eso tendrá que esperar a una próxima ocasión que ojalá sea pronto porque se les quiere y mucho. A mediodía, el “reposo del guerrero” lo hicieron en el Restaurante Casa Riquelme
para disfrutar la tradicional cocina alicantina.
Ya entrada la tarde, volvieron a Valencia, con muchas historias que contar, muchas fotos de las que presumir y con la satisfacción de haber “exprimido al máximo” una escapada que a priori pudiera parecer sencilla pero que se convirtió en una verdadera lección de “Experiencia Viajera”.
Galería de fotos: Maria Eugenia Guillén y Macarena Llopis
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