Un viaje a la encantadora Gotemburgo en diciembre es sumergirse en un cuento de Navidad. Las calles se iluminan con un espíritu festivo, el aroma a canela y jengibre flota en el aire, y la calidez de la gente te envuelve y hace olvidar la gélida temperatura de -4ºC.
Nuestra aventura navideña en Gotemburgo comenzó de una manera muy especial: alojándonos en el barco hotel Barken Viking. Dormir en este histórico velero, anclado en el puerto, nos brindó una perspectiva diferente de la ciudad y una sensación de conexión con su pasado marítimo. Despertar con el sonido de las gaviotas y el suave balanceo del barco fue una experiencia única que marcó el tono de todo nuestro viaje.
El primer día, con un cielo gris y un ambiente típicamente invernal, decidimos explorar el centro de la ciudad. Paseamos por las elegantes plazas, admirando la arquitectura de edificios históricos y modernos. La Ópera de Gotemburgo, con su diseño vanguardista, nos llamó especialmente la atención. Recorrimos la animada calle Kungsgatan, llena de tiendas y cafés, y nos detuvimos un momento a contemplar la majestuosidad de la Catedral de Gotemburgo.
No podíamos perdernos la Feskekôrka, el mercado de pescado conocido como la «iglesia del pescado» por su peculiar arquitectura. El ambiente bullicioso y la variedad de productos frescos del mar nos fascinaron. Después, nos perdimos entre las callejuelas del centro, descubriendo pequeñas tiendas de segunda mano donde encontramos algunas antigüedades interesantes.
Al caer la noche, nos dirigimos al encantador barrio de Haga. Sus calles adoquinadas y casas de madera, iluminadas con la cálida luz navideña, creaban una atmósfera mágica. Para entrar en calor, nos detuvimos en un acogedor café y disfrutamos de un delicioso «glögg», el vino caliente especiado típico de los países nórdicos. Con el cuerpo reconfortado, continuamos nuestro paseo por Haga, dejándonos llevar por el encanto de sus calles y el ambiente festivo. De vuelta al Barken Viking, nos esperaba una agradable sorpresa: una función de música en directo en el salón del barco. Disfrutamos de la música y del ambiente festivo, compartiendo la velada con grupos que celebraban cenas de empresa.
El segundo día, visitamos el Götheborg, una réplica exacta del famoso barco mercante del siglo XVIII. Subir a bordo y recorrer sus cubiertas, camarotes y bodegas nos transportó a la época dorada de la navegación sueca, imaginando las largas travesías a China cargadas de seda y té.
Después, nos dirigimos al parque Slottsskogen, un oasis verde en medio de la ciudad. Paseamos por sus senderos, admirando la belleza de los arces en su esplendor otoñal y observando a los ciervos que pastaban tranquilamente. El parque también alberga un pequeño zoológico con animales nórdicos, lo que lo convierte en un lugar ideal para familias.
De camino al barrio de Haga, subimos a la colina donde se encuentra Skansen Kronan, una antigua fortificación que ofrece unas vistas panorámicas de la ciudad. Después, disfrutamos de un delicioso almuerzo en un restaurante local de Haga, donde probamos platos típicos suecos como «fisk and skaldjur» (pescado y marisco), salmón, bacalao y sopas.
Por la noche, volvimos a pasear por el centro de la ciudad, dejándonos llevar por el ambiente navideño. Las luces de la estación central de tren creaban un espectáculo impresionante, y la iluminación del hotel Clarion era simplemente espectacular.
El tercer día, nos aventuramos en el archipiélago de Gotemburgo. Tomamos el tranvía 11 hasta su última parada y desde allí, un ferry nos llevó a la isla de Styrsö. Sus paisajes idílicos, con casas de madera pintadas de colores vibrantes, la ausencia de coches y un ambiente tranquilo, nos cautivaron por completo. Recorrer sus senderos costeros, disfrutar de las vistas al mar y respirar el aire fresco fue una experiencia inolvidable.
Por la tarde, visitamos el Palmhuset, un encantador invernadero con plantas exóticas. Después, nos acercamos a las inmediaciones del parque de atracciones Liseberg, aunque no entramos, pudimos disfrutar del ambiente festivo y de las luces navideñas que decoraban el parque.
El cuarto y último día, lo dedicamos a la ciencia y la cultura. Visitamos Universeum, un museo interactivo que ofrece un viaje fascinante a través del mundo natural y tecnológico. Desde la selva tropical con sus animales exóticos hasta el espacio exterior, pasando por el cuerpo humano y los océanos, Universeum despierta la curiosidad y el interés por la ciencia de forma divertida y educativa. Es un lugar ideal para niños y adultos.
Para terminar nuestro viaje, dimos un paseo por el campus de la Universidad de Gotemburgo, contemplamos la iglesia de Haga e hicimos algunas compras de última hora antes de volver al aeropuerto.
Gotemburgo en diciembre es un destino que combina a la perfección la magia de la Navidad con la belleza natural, la rica historia y la vibrante escena cultural de Suecia. La amabilidad de su gente, la deliciosa gastronomía y la atmósfera acogedora hacen de este viaje una experiencia inolvidable.
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Muy buen reportaje para ponerte al día en pocas palabras