Hoy nos vamos de excursión al Pantano de Elche. Un entorno que frecuentaba hace mucho tiempo y cuyo recuerdo geográfico perdura en mi memoria desde 1973.

Entonces yo vivía en Elche por motivos profesionales y el Pantano de Elche me resultaba un destino familiar. A pie de presa vivía entonces un matrimonio ya entrado en años que excepcionalmente daban lo mejor de si mismos cuando se lo pedía su Alcalde. Y el Alcalde no escatimaba en ofrecernos lo mejor cuando estaba en juego conseguir alguna mejora para su pueblo. Una exclusiva comida ilicitana en el Pantano era el escenario ideal para tratar nuestros asuntos con la discreción y libertad por nuestra parte y la atención y el cariño con que aquel entrañable matrimonio nos acogía. Y lo que allí nos reunía eran las buenas manos de aquella señora mayor a quien encargábamos las mejores recetas de la rica gastronomía ilicitana, con los productos propios de su huerto y su granja, en un entorno privilegiado con el solo murmullo del agua y la sombra de los árboles.

Ayer habían quedado las dos amigas, María Consuelo y Reme, en esta pequeña escapada que ahora nos tiene inmersos en este atasco de tráfico de una inesperada “operación huida” de Alicante. Pero, ¿a donde irá todo el mundo?, – me pregunto- .

Nuestro destino es hacer senderismo hacia el Pantano de Elche, que me trae recuerdos de los años setenta del pasado siglo. María Consuelo y Diego repiten hoy con nosotros esta excursión, porque hace un par de semanas la hicieron en compañía de su hijo “ Roca” profesor de Educación Física ( amante de la naturaleza y el senderismo) y sus nietos y quedaron encantados.

Por fin estamos saliendo del atasco, abandonamos la Avenida de Denia y logramos zafarnos de esta multitudinaria estampida de Alicante, escapada coincidente con nuestra salida que nos ha metido en un descomunal atasco. Menos mal que en esta ocasión una adecuada intervención policial la acaba resolviendo y podemos reiniciar el viaje hacia Elche. Media hora después salimos de la autovía por el camino del pantano y atravesando un erial llegamos al parking de la ruta para encontrarnos al borde de aquella mancha verde sobre un erial, de mis recuerdos.

Los dos matrimonios, pertrechados con mochila y bastones iniciamos esta ruta corta y sencilla sorteando en Vinalopó sobre pequeñas pasarelas de madera. Sus aguas, salobres y no potables han labrado el cauce a lo largo de 100 km de rio y miles de años de historia. En este último tramo, sobre el Triasico, con algunas zonas ricas en yesos, han creado un paraje natural de interés cultural, medioambiental e histórico; dejando interesantes formaciones ecológicas para la historia y nuestra recreación.

Por el camino, entre cañaverales, juncos y tamarindos, viejos restos de ingeniería del agua: acequias, partidores y pequeños saltos. Pronto, ante nosotros la espectacular imagen de la Presa y la cascada del aliviadero. Y por la escalera labrada en la roca con barandilla y una cuerda de asidero hemos ascendido los 23 m. de altura de la presa, hasta la coronación. Ante nuestros ojos se despliega el espectacular vaso del Pantano, rebosante de agua, vegetación y vida.

En un tramo de camino de madera, sobre el embalse con pilares metálicos anclados en el vaso del pantano, contemplamos los movimientos de los aguiluchos, ánades y fochas. Diego hace planes para un día ver amanecer en el pantano y disfrutar del espectáculo de las aves.

He leído en alguna parte que esta presa romana fue la primera presa de bóveda de gravedad, construida en 1632. Entiendo que fue un proyecto fallido por la mala calidad de sus aguas, no aptas para el riego. Por ello también se le ha calificado como: “Malogrado y emblemático pantano de Elche”. Además, su historia ha estado salpicada de incidencias, inundaciones y sucesivas colmataciones del vaso por las escorrentías de la zona, con la consiguiente pérdida de capacidad. Hoy su valor es como humedal y como patrimonio turístico, aunque carece de dotaciones turísticas que le hagan atractivo de calidad. Obviando estos problemas puede ser un buen destino para una pequeña escapada cercana a Alicante. Como la nuestra. Agradecemos a Remedios como Ingeniero de Caminos sus sugerencias y comentarios que nos han enriquecido esta experiencia.

Los motivos de hoy son muy distintos de aquellos otros de los setenta que me llevaban al Pantano. Diego y yo queríamos celebrar en esta ocasión la segunda dosis de la vacuna que nos acababan de inyectar. Quizás fuese ese el motivo de la coincidente estampida de Alicante.

Como esta ruta es adecuada para niños, solo nos han faltado ellos para disfrutar dándoles unas prácticas de arqueología, botánica e ingeniería sobre el terreno. Así que si tienes hijos o nietos haz como nosotros, vente a Elche, al Pantano. Pero no olvides los prismáticos, el agua y la tortilla de patatas, porque la ruta, aunque corta, abre el apetito.

ALICANTE 1 DE MAYO 2021.
Autor: Damián Uclés Fernández

Por Damián Uclés Fernández

Jubilado, escritor y viajero

Un comentario en «LA GRAN MANCHA VERDE SOBRE UN ERIAL»
  1. Me alegro mucho por ese paseo familiar y con tan buenos recuerdos. Que sigáis compartiendo vuestra amistad y disfrutando de la naturaleza, y sobre todo, que sigas escribiendo estos artículos para hacer leyenda… Buen camino

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.