A través de los naufragios, ¿cuánto podemos conocer de la historia? ¿Y de las técnicas de navegación, de las rutas comerciales, de quiénes eran los dueños de los barcos; de qué maderas se usaban para construirlos y que fueran resistentes…?

En Villajoyosa (Alicante) los días 13 y 14 de julio se ha celebrado el Seminario de Buceo Científico aplicado al Patrimonio Cultural. Día y medio de interesantes charlas, en las que expertos buceadores científicos han explicado los retos de trabajar en zonas de mareas y corrientes (El Estrecho es toda una frontera por esas latitudes sumergidas); en cuevas profundas (y cómo llegar -y salir- de ellas); O, en zonas de escasísima visibilidad. Han transmitido a los asistentes esa emoción que se siente en estas “oficinas” rodeados de peces, en el momento de descubrir ante tus ojos “esa maravilla para un arqueólogo que fue una tragedia para otros mucho tiempo atrás”. Y más tarde, una vez que se sale a superficie, ya “en
dique seco”, escribir todo lo que se ha visto.


Porque el buceo científico es aquel en el que “el buzo trabaja boca abajo”, explicaba José Antonio Moya (director del Seminario). A diferencia del buceo recreativo (que practicamos en sentido horizontal la mayoría de nosotros) o el buceo comercial “para reparar muelles, pantanales, que se desarrolla en posición vertical”.


El sine qua non: la protección.

Este foro de voces expertas y valientes ha permitido conocer todas las investigaciones que se están realizando por especialistas del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); Junto con La Armada (que cuenta con cuatro centros de buceo en El Ferrol, Cartagena, Cádiz y Canarias), pues hay que contar con todas las autorizaciones preceptivas y, en tercer lugar, con los servicios de vigilancia de La Guardia Civil (para evitar expolios, etc). Una coordinación de estos tres Centros en pos de lograr la adecuada protección de los pecios.


Desde Estrabón al Odyssey


Aquel primer geógrafo viajero en época del imperio Romano “estuvo presente” en el seminario. Sus aportaciones siguen siendo de utilidad porque ese interés por dibujar el mundo es toda una contante histórica.

De aquellos primeros manuscritos de Estrabón seguimos con el mismo interés en realizar mapas del mundo, eso sí, ahora son robots, de altísima precisión, con sonares que van trazando cuadrículas con las que se puede saber el lugar exacto donde está un pecio. Y ya, una vez que se localiza el sitio, entonces bajan los buzos.

El Odyssey ha marcado un hito en esta necesidad de levantamiento de la Carta de Pecios. La protección y vigilancia del Patrimonio Acuático Sumergido (a más de 100 metros) es un tema de máxima preocupación para La Armada y para la Guardia Civil. Tanto es así que todos los barcos en sus rutas normales, van también realizando laboras de vigilancia.


Un gran botón de muestra

Si los buceadores están explicando cómo es su día a día, con toda la pasión que los arqueólogos sienten, imagínense las ganas de sumergirse que entran en los alumnos que escuchan atentos. Pues este seminario logró el milagro: todos los asistentes “se embarcaron” en un pecio real.

¿Cómo se logró esta “inmersión”? Antonio Espinosa (Arqueólogo y director de Villamuseu de la Vila Joiosa) puso esta guinda al pastel: Con él visitamos el hallazgo de los restos del naufragio Bou Ferrer que están hoy en el museo; Sí, “nos embarcamos” en este navío mercante que naufragó a una milla de la costa alicantina. Vimos todas sus ánforas, sus lingotes de plomo… fechados en época de Nerón. Todo parece indicar que se trataba de un flete para la familia imperial.


¿Un desembarco en pleno siglo XXI?

Esta zona de la costa era todo un desafío para la navegación. “Si no tienes pericia en el control y maniobras del buque, eres pecio”, así de tajantes lo explicaban algunos Capitanes de Navíos. Porque las cartas arqueológicas permiten ver cómo Denia y zonas adyacentes es toda una trampa mortal.

Si se sabe controlar bien el galeón, se lograba desembarcar. Y esta posibilidad de ver en el siglo XXI todo un desembarco real de piratas y corsarios es posible. ¿Cómo? No se pierdan las Fiestas del Desembarco de Moros y Cristianos en Villajoyosa (declaradas de Interés Turístico Internacional).
Los navíos ya se ven por el catalejo. Se espera su llegada el próximo 28 de julio a las 5 a.m. Sí, podemos ya gritar en breve aquello de “barco a la vista».

La conclusión a la que llegamos muchos de los asistentes: El mar sigue estando lleno de tesoros. Muchos de ellos ya geolocalizados; otros en vías de investigación; muchos más aún siguen totalmente ocultos.

AAPET estuvo en mayo en la Vila. Puedes leer los artículos aquí:

Descubriendo Villajoyosa: La Vila menos conocida

La Vila, con la mirada de Mario Ayús

La Vila, a los ojos de Rafael Calvete

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